El Real Madrid vivió un sobresalto inesperado en el partido que, hasta ese momento, había gestionado de manera impecable en lo que va de temporada en LaLiga. Los blancos firmaron una hora de fútbol excelente, sometiendo claramente a un Alavés que llegaba en buen momento, pero sin opciones en el campo.
Con un marcador de 3-0 que parecía definitivo, el equipo de Ancelotti se relajó tanto que permitió la reacción de un combativo conjunto vasco, que en apenas dos minutos se metió de lleno en el partido con dos goles. Incluso, los de Vitoria estuvieron cerca de empatar en los últimos minutos. A todo esto, Muñiz Ruiz encendió los ánimos en el Santiago Bernabéu, castigando únicamente las protestas de los futbolistas merengues, quienes reincidieron en su actitud.
La noche comenzó de maravilla para el Madrid, que mostró una versión modélica durante los primeros 60 minutos. Resulta complejo elaborar un plan efectivo contra el conjunto de Ancelotti. Se espera la verticalidad de Vinicius, las llegadas de Bellingham o los desmarques de Mbappé, pero lo que nadie anticipa es que sea Lucas Vázquez, en posición de delantero, quien inaugure el marcador antes del primer minuto de juego.
Sorprendentemente, el Real Madrid solo había marcado un gol en la primera mitad de los partidos hasta ese momento. Más extremo que lateral, Lucas rompió el molde, tal como lo hizo hace un año en Mendizorroza, donde también fue clave en el descuento.
Este tanto de Lucas fue el detonante que cambió el destino de un encuentro que se antojaba complicado debido al buen estado de forma del Alavés. Luis García, técnico visitante, rotó su equipo de manera consciente, dejando en el banquillo a jugadores importantes como Guridi, Kike García o Carlos Vicente, posiblemente con la intención de utilizarlos en la segunda mitad si el marcador lo permitía. Por otro lado, Ancelotti optó por su equipo de confianza para celebrar su partido número 300 al frente del Real Madrid. La única variación fue la entrada de Lucas Vázquez por las molestias físicas de Carvajal.
El partido, sin embargo, no fue igual de favorable para el árbitro Muñiz Ruiz, que en su afán de aplicar las nuevas directrices arbitrales como si fueran leyes inamovibles, encendió los ánimos desde los primeros minutos. A los 4′, Valverde vio la tarjeta amarilla por levantar el brazo en desacuerdo con una falta.
Más tarde, a los 30′, Vinicius también fue amonestado tras protestar airadamente una entrada de Mouriño, que pasó desapercibida para el árbitro. Vinicius, visiblemente molesto, se dirigió a la grada con gestos, lo que provocó su sanción. Estos episodios recuerdan la polémica expulsión de Modric por una infracción similar en Vigo, con una normativa que fue modificada semanas después. Y ahora, una vez más, se penaliza más una protesta que una entrada peligrosa. Pese a todo, es cierto que los jugadores madridistas han reincidido en este tipo de comportamientos, algo que ya les habían advertido. Quizás sea el momento de mantenerse en silencio hasta que pase la tormenta.
El Alavés, por su parte, no lograba salir de su área, optando por una defensa disciplinada y ordenada para mantenerse en el partido. Sin embargo, al Madrid le bastó con su característico juego de desmarques para desbordar al rival. Mbappé marcó un gol que fue anulado por un claro fuera de juego, pero antes del descanso, volvió a dejar muestras de su calidad con una jugada brillante: combinó de espuela con Bellingham, rompió líneas por el centro, dribló a un defensor y finalizó con un potente disparo. Imparable.
Con el viento a favor, el Madrid pudo sentenciar antes del descanso, pero lo hizo nada más comenzar la segunda parte, con un golazo de Rodrygo, quien llevó la pelota pegada al pie, encaró a Protesoni, lo superó con un quiebre hacia afuera y remató bajo las piernas de Sivera para poner el 3-0.
Con el derbi madrileño en el horizonte, Ancelotti demoró los cambios, aunque finalmente ingresaron Vallejo, quien fue ovacionado por el Bernabéu, y posteriormente Modric, Arda y Endrick. Por su parte, Luis García movió antes su banquillo, más pensando en dosificar esfuerzos que en cambiar el rumbo táctico del encuentro. Parecía que el partido estaba cerrado, con el Madrid gestionando el balón y evitando riesgos, pero los minutos finales fueron una montaña rusa.
El Madrid bajó la guardia y Rebbach avisó con un disparo al poste. Poco después, Protesoni marcó un golazo con la zurda que encendió las alarmas, y en cuestión de minutos, Kike García puso el 3-2 con una gran definición.
El equipo blanco, que hasta entonces había controlado sin problemas, se vio de repente sometido a una presión inesperada. Kike García y Guevara tuvieron oportunidades para empatar, mientras el público se enfurecía con el arbitraje. Vinicius, que rozó la expulsión por su comportamiento, fue reemplazado para evitar males mayores.
Finalmente, el Madrid logró sobrevivir a la embestida, pero la desconexión en los últimos minutos les costó un sofocón innecesario en un partido que parecía estar sentenciado mucho antes del pitido final.