El Real Madrid volvió a demostrar por qué es el club más grande del mundo, conquistando la Copa Intercontinental con una solvencia que deja poco margen para las dudas. Aunque el arranque fue algo frío, la calidad de su deslumbrante tridente ofensivo —Mbappé, Rodrygo y Vinicius— bastó para consolidar a los blancos como los reyes indiscutibles de este torneo, heredero del antiguo Mundial de Clubes. Ningún equipo atesora tantas coronas como el Real Madrid.
El Pachuca plantó cara durante algo más de 30 minutos, hasta que Jude Bellingham, el líder absoluto del juego madridista, desatascó el partido con un gol que abrió el camino hacia el triunfo. En esta final, Carlo Ancelotti firmó un nuevo capítulo de gloria al superar a Miguel Muñoz como el entrenador más laureado en la historia del club. Con este título, el Real Madrid cierra un 2024 casi perfecto, faltándole solo la Copa del Rey para completar el círculo.
Un inicio frío, una máquina que tarda en arrancar
El choque comenzó sin emociones, dejando claro que no sería un encuentro para el recuerdo, al menos hasta que llegó el primer gol. Durante más de media hora, el espectáculo fue pobre, marcado por un ritmo pausado y una intensidad discreta. El césped, seco y pesado, y un calendario apretado parecían conspirar contra la fluidez del juego. Por momentos, el Madrid dio la sensación de administrar energías, esperando una oportunidad para explotar al contragolpe.
Incluso, las primeras acciones de peligro fueron para el Pachuca, con remates de Luis Rodríguez e Idrissi que obligaron a Courtois a intervenir. Estas llegadas insuflaron algo de ilusión al equipo mexicano. Pero entonces, Ancelotti, inquieto desde la banda, ajustó su planteamiento, colocando a Mbappé, Rodrygo y Vinicius en posiciones más avanzadas. Este movimiento terminó por inclinar la balanza.
Bellingham, el catalizador del ataque blanco
La clave del despegue madridista fue, una vez más, Jude Bellingham. El inglés atraviesa un estado de forma extraordinario, con una influencia que multiplica el peligro en cada jugada. En una acción nacida de su creatividad, habilitó a Vinicius, quien deslumbró con una maniobra espectacular: un regate con bicicleta que dejó en el suelo al portero Carlos Moreno. En lugar de definir, el brasileño cedió el balón a Mbappé, quien no perdonó a puerta vacía. El 1-0 llegó sin que el Madrid hubiera desplegado todo su arsenal.
Con el marcador a favor, el equipo de Carlo Ancelotti se instaló cómodamente en campo contrario. Mbappé y Rodrygo rondaron el segundo tanto, aunque el Pachuca no dejó de intentarlo, con incursiones de Luis Rodríguez y Deossa que lograron inquietar tímidamente a la defensa blanca.
Rodrygo y Vinicius cierran el partido
El segundo gol llevó la firma de Rodrygo, quien, desde la frontal, demostró su enorme talento. Tras amagar dos veces y recortar con elegancia, colocó el balón junto al palo derecho, imposible para Carlos Moreno. Aunque el VAR revisó la acción por un posible fuera de juego posicional de Bellingham, el árbitro Jesús Valenzuela validó correctamente el tanto. El 2-0 acabó con cualquier esperanza del equipo mexicano.
Ancelotti, siempre prudente, decidió gestionar los esfuerzos de sus estrellas, retirando a Mbappé y Camavinga para dar entrada a Ceballos y Brahim. Mientras tanto, el Pachuca buscaba un gol que le devolviera al partido, pero apenas logró generar peligro real. Los intentos de Montiel y Rondón se toparon con un sólido Courtois, y cuando el equipo mexicano parecía acercarse, el Madrid respondió con contundencia.
Un penalti para cerrar la final
El 3-0 definitivo llegó desde el punto de penalti, transformado por Vinicius con potencia y precisión tras una infracción de Idrissi a Lucas Vázquez, detectada por el VAR. Este gol no hizo más que confirmar la superioridad del Madrid, que una vez más demuestra su capacidad para ganar finales con autoridad.
De las últimas 21 finales disputadas, el Real Madrid ha ganado 20. Es un equipo que no solo juega para ganar, sino que lo hace como si fuese su destino. El Real Madrid, en esta época dorada, sigue escribiendo páginas de gloria en el fútbol mundial.