El Santiago Bernabéu, un templo acostumbrado a las noches épicas, empieza a mostrar signos de impaciencia ante un Real Madrid que esta temporada no encuentra su mejor versión. El descontento se hizo palpable en la reciente derrota por 1-3 ante el AC Milan en la Champions League.
Desde el primer gol, fruto de un córner mal defendido donde Lucas Vázquez fue superado por tercera vez en apenas 11 minutos y Tchouaméni falló en su marcaje, los nervios comenzaron a aflorar en la grada. El malestar se intensificó tras el segundo tanto de los italianos, que surgió de un error en un pase de Tchouaméni y una pasividad de Vinicius al no reaccionar a tiempo, permitiendo un robo que culminó en un gol tras la desorganización defensiva.
El Bernabéu, conocido por su fe en las remontadas, esta vez no respondió con la misma pasión. Los pitos a Tchouaméni y la fría reacción ante la solicitud de Vinicius para animar fueron señales claras de una afición descontenta. La segunda mitad, cargada de fallos defensivos, exhibió a un Lucas Vázquez superado continuamente en su banda, obligando a Rüdiger a desordenarse para cubrir huecos, lo que facilitó el tercer gol de los visitantes.
Pese al esfuerzo individual de Mbappé, que intentó ser el revulsivo, la falta de acierto y la frustración colectiva marcaron el final de un partido en el que los aficionados se marcharon antes de tiempo, visiblemente molestos. Lucas Vázquez reconoció la presión de la afición al comentar que el público del Bernabéu es “soberano” y que lucharán hasta el final. Ahora, el equipo se prepara para recibir a Osasuna, buscando recuperar la confianza de una grada exigente.
